Estudios de Literatura Colombiana (Jun 2019)

Tomás González: el camino hacia la levedad

  • Andrés Vergara Aguirre

DOI
https://doi.org/10.17533/udea.elc.n45a11
Journal volume & issue
no. 45
pp. 187 – 197

Abstract

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A Tomás González sería posible definirlo como un escritor prolífico, por todas sus novelas —Primero estaba el mar (1983), Para antes del olvido (1987), La historia de Horacio (2000), Los caballitos del diablo(2003), Abraham entre bandidos (2010), La luz difícil(2011), Te m p o r a l (2013), Niebla al mediodía (2015) y Las noches todas (2018)—, por sus tres libros de cuentos —El rey del Honka-Monka (1995), El lejano amor de los extraños (2013) y El expreso del sol(2016)— y por sus poemas, publicados en el volumen Manglares (1997). Sin embargo, también podríamos dudar de que ese término resulte pertinente para referirnos a él, porque después de su primera novela, parece que inició un camino en busca de la brevedad. Es más: aunque no haya certeza de que leyó las Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino, tras leer su obra uno podría quedar convencido de que sí lo hizo, y que desde entonces acogió como su principio esencial en la escritura la búsqueda de la levedad, considerada esta “más como un valor que como un defecto”, según lo advirtió en su conferencia el escritor italiano, en la cual hizo énfasis en que una de sus propias búsquedas como escritor había sido precisamente la levedad: “mi labor ha consistido las más de las veces en sustraer peso; he tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes, a las ciudades; he tratado, sobre todo, de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje” (Calvino, 1994, p. 15).