Revista Técnica de la Facultad de Ingeniería (Mar 2024)

Centenario del Natalicio de Humberto Fernández Morán

  • Dr. Rafael Ángel Molina Vílchez,
  • Dr. Jorge García Tamayo

DOI
https://doi.org/10.22209/rt.v47a00
Journal volume & issue
Vol. 47

Abstract

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Entre febrero y marzo de 2024 se cumplirá el centenario de nacimiento de Humberto Avelino Fernández Villalobos, llamado generalmente con los dos apellidos paternos. Nació en el Hospital Chiquinquirá de Maracaibo, de ascendientes de la Cañada de Urdaneta. El niño comienza su educación en la Witt High School, de Nueva York: primaria y algo de bachillerato. Cuando vuelve a Venezuela, es inscrito en el Colegio Alemán de Maracaibo, de donde pasará a completar sus estudios de bachillerato al Liceo Humanístico, Monástico y Militar Schulgemeinde Wichersdorf, de Saldfelds, una pequeña población en las montañas de Turingia, Alemania. En Munich se gradúa de doctor en Medicina a los 20 años, en plena guerra, con honores; además, había recibido instrucción en matemáticas, física y química. Todavía se le respeta entre los más memorables exalumnos, y viene a Venezuela a la reválida. Entre 1945 y 1946, ya con una clara inclinación por los estudios del cerebro, será asistente en Neurología y Neuropatología de la Universidad George Washington y hará una breve pasantía por el Hospital Siquiátrico de Maracaibo, donde practicará algunas lobotomías transorbitarias. Vuelve a Europa, ahora a la clínica del neurocirujano Herbert Olivecrona, y a la Universidad de Estocolmo, en 1947, donde trabaja como profesor de Ultraestructura Celular del Instituto Nobel de Citología y Genética, Instituto Karolinska, y obtiene la maestría en Biología Celular en 1951. Luego, en 1952, se hace Philosophy Doctor (Ph. D.), summa cum laude, en Biofísica, y hasta 1954 es investigador asociado del Instituto Nobel de Física Nuclear de la Real Academia de Estocolmo. Durante la pasantía en la capital sueca, realiza su primer invento para la electromicroscopía: la cuchilla con hoja de diamante, una revolucionaria técnica que hizo posible realizar cortes ultrafinos de materiales, biológicos o no, con espesor de nanómetros y cualquier grado de dureza, para fijaciones microscópicas. Vuelve a Venezuela, y en Caracas, se le concede el sillón número XXVI de la Academia Venezolana de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela. Fernández Morán logra entusiasmar al entonces presidente para financiar su proyecto, que desde 1950 estando en Estocolmo envia un artículo a la revista Acta Científica Venezolana, en el que proponía razonadamente la erección de un instituto de investigación científica sobre temas neurológicos. Nace el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), un ente para investigadores a dedicación exclusiva. Iniciando así a Venezuela en el mundo de las ciencias básicas. Desde muchas partes del mundo venían a verlo, fue elogiado en publicaciones como Nature, Science, Cell Biology y otras; pero, despertó igualmente críticas enconadas. Entre sus muchos roles, fue profesor asociado de Neurología y Neuropatología del Massachusets General Hospital, donde pasaría a organizar el Laboratorio Mixter de Electromicroscopía, y entraría a profundidad en sus estudios de las mitocondrias, con los que llegaría a visualizar y describir las llamadas “partículas elementales” de las crestas de esta estructura intracelular, conocidas también como “partículas de Fernández Morán”, que fungen como substrato tisular de la síntesis de adenosín trifosfato (ATP) y la fosforilación oxidativa de la célula. Tambien fue invitado por la Comisión de Energía de los Estados Unidos de América para asesorías en asuntos relacionados, fue investigador especial para la National Aeronautics and Space Administration (NASA), en el estudio fisicoquímico de los materiales recogidos por los cosmonautas y satélites; investigaba la posibilidad de una Biología extraterrestre. Finalizamos aclarando: no queremos ser tomados por apologistas irracionales de este científico. Tampoco estamos para tratar de tumbar ídolos; a él lo criticaron con desmesura personajes a quienes la Universidad y la Ciencia venezolanas deben mucho y nosotros somos hijos de estas instituciones. En un punto sí hay que estar claro: entre los científicos nuestros, casi todos ellos y casi todos sus trabajos son de impacto nacional o regional; Fernández Morán, en cambio, es un hombre planetario. No es como alguna vez dijera un historiador nacional, “un mito zuliano”; su legado es para el mundo, no solo para Venezuela.

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