Fedro (Sep 2020)
Frida Kahlo: (auto) retrato y devenir-rostro
Abstract
1. Una de las dificultades mayores a la hora de enfrentar la obra de Kahlo es, no tanto la mucha literatura que hay sobre su pintura, que es todavía mayor si consideramos la que hay de cada uno de los cuadros por separado, cuanto una suerte de exceso o sobredeterminación hermenéutica a la hora de enfrentarla. Concretamente nos referimos a la psicologización de su pintura, que permite trazar un cronograma preciso de todas y cada una de sus pinturas junto a las emociones y sentimientos que van siendo suscitados por los avatares de su vida, que están igualmente cronografiados (no en vano una de los mejores textos sobre su obra es la biografía de Herrera), cuando no es la historia clínica o también un diagnóstico psiquiátrico (nos referimos a historia clínica de Kahlo que escribió Henriette Begun y al informe psiquiátrico de James Bridger, ambos incluidos en el libro de Grimberg1 , así como a toda la abundante bibliografía psicopatológica sobre Kahlo), como si estuviera en juego un hecho meramente natural y, por ende, menos —o nada— estético (un hecho pseudo-estético, atravesado por la clínica en todas sus formas). Pertenece a esta sobredeterminación hermenéutica, o al menos ha hecho un uso de ella en este sentido la crítica posterior, la de la propia autora, la propia autointerpretación, vamos a decirlo así, de Kahlo, siempre que participe de esta mirada. Por eso tienen tanta relevancia los textos que conforman su correspondencia así como su Diario (que comprende los últimos diez años de su vida), textos en los que se juega, en un quicio difícil de mantener, la expresión franca de emociones (luego diremos algo sobre esta franqueza) y su expresión patologizadora (razón por la cual propondremos una suerte de lectura in obliquo) (+)