Ciencia Política (Dec 2024)

Antonio Gramsci: una biografía. Andrew Pearmain (Trad. Teresa Arijón). Ciudad autónoma de Buenos Aires: Siglos xxi editores Argentina, 2022, 328 p.

  • Juan Carlos García Lozano

DOI
https://doi.org/10.15446/cp.v19n37.110690
Journal volume & issue
Vol. 19, no. 37

Abstract

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En el año 2020 se publicó en Londres con el sello editorial Bloomsbury Publishing una nueva biografía sobre el filósofo y político marxista Antonio Gramsci. Titulada Antonio Gramsci: A Biography, su autor es un historiador inglés poco conocido en América Latina, Andrew Pearmain, quien con oficio de carbonero también ha llevado de tiempo atrás una serie de llamativos trabajos sobre el sardo italiano, entre ellos, Gramsci in love y The politics of the labor. A gramscian analysis. En esta oportunidad Pearmain realiza con destreza una biografía histórica sobre Gramsci, suceso no exento de dificultades manifiestas, toda vez que pareciera, según el silencio de la literatura que se encuentra en el mercado del libro, que sobre el genial sardo “todo está consumado”. Pero no, nos equivocamos. En el libro Antonio Gramsci: una biografía, publicado en español por Siglo xxi editores de Argentina, y que hemos leído, encontramos una alegre novedad editorial. No es otro Gramsci como podemos creer, sino un Gramsci situado, es decir, un hombre histórico, leído con ojos críticos en la relación de fuerzas, donde el lector, y no solo el autor inglés, escarban en la vida y obra del marxista italiano. Proceso que también implica una toma de posición por la verdad situada, la de Gramsci, por supuesto, pero también lo que arrojaba la convulsa época histórico-política estudiada con su rosario de estruendosas derrotas para los grupos y las clases subalternas europeas. En ese contexto, Gramsci era un estratega marxista, el último de una generación esplendorosa de dirigentes históricos de los subalternos. Todos derrotados. El hallazgo literario que advertimos no puede ser otro que una dimensión materialista del hombre en cuestión; ese pequeño ser de carne y hueso cuya vida dura, pobre y solitaria estuvo señalada por aciertos y desaciertos en todos los terrenos humanos, empezando por su precaria salud que siempre le acompañó hasta minarle su existencia a los 47 años de edad. En plena madurez intelectual termina para siempre la parábola política y el brillante ejercicio intelectual de Gramsci; el libro en ese sentido nos muestra el drama de lo que es un pensador subalterno en ascenso político y luego la contracara del proceso con la mueca de una profunda derrota. No es pues esta una biografía para vindicar un mito construido por otros, por el partido comunista de Italia o por autores complacientes, sino para situar una discusión no solo histórica y cultural, sino también política y ética, siguiendo para ello los pasos perdidos del propio Gramsci. Es decir, una discusión urgente sobre el valor de la lucha social y política de los subalternos, de su autonomía posible, pese a las derrotas vividas o porvenir. A la calidad del relato que leemos, claro, conciso, documentado y crítico, debemos agregar la compañía de fotografías ilustrativas sobre la temática abordada, las cuales complementan con belleza y rigor las palabras de Pearmain en los 23 capítulos que componen esta contribución biográfica. Contribución gramsciana que se lee con mucho interés y bajo una lluvia de preguntas sobre lo que es la cotidianidad en una vida política difícil, inscrita en la incierta lucha de clases y con multitudes inquietas articuladas en las calles y los campos, levantando coyunturas y situaciones así como barricadas en un convulso y violento inicio del siglo xx, donde hubo de todo: hasta prisión y muerte para los dirigentes. La vida de Gramsci en la pluma de Pearmain se convierte en lo que en realidad fue: un rosario de derrotas. Eso hace a la biografía situada ocupar un lugar fundamental, para con ella, si a sí lo queremos, entrar con seriedad al estudio situado del pensamiento y la obra de Gramsci en nuestro presente, complementando esa vida pública con lo que fue su vida privada, tan difíciles y ariscas ambas. En las dos, en la vida pública del dirigente político y del estratega subalterno, como en la vida personal y familiar del hombre Gramsci, al que le costaba amar y ser amado, encontramos un elemento de unidad incuestionable: un valle cultivado de frescas y fragantes derrotas. Debemos pues dignificar estas derrotas encontrando en ellas las piedras preciosas de la autonomía individual y colectiva de los subalternos. Porque toda derrota implicó una lucha situada que no acaba. Como los grandes hombres y mujeres de la historia revolucionaria, aquellos y aquellas que lucharon y luchan por la liberación del trabajo, y por lo mismo terminaron abandonados, pagando sus alevosías en una playa de la historia, Gramsci es un individuo signado por múltiples derrotas históricas. Recordémoslas, tal como lo hace Pearmain: la del amor trunco con su esposa Julia e hijos en la lejana Unión Soviética, mientras él se pudre en la prisión fascista; la del partido comunista de Italia que él contribuyó a formar y dirigir y que lo dejó perderse entre los barrotes de cualquier prisión; la de sus camaradas que lo fueron abandonando a la primera oportunidad cuando cayó en desgracia luego de ser apresado por la patrulla fascista esa noche del 8 de noviembre de 1926; la del silencio también de sus camaradas cuando empezó a escribir sus Cuadernos de la cárcel y supieron que en sus páginas, así como en sus cartas y conversaciones privadas, hacía el balance crítico de la historia y la europeas; o también cuando la Unión Soviética, su querida patria obrera y campesina, no hizo nada -repetimos: nada- por liberarlo del itinerario doloroso de presidios en los que malvivió sus enfermedades y gastó las últimas monedas de su vida. En algún momento de la biografía cualquier lector atento puede pensar que casi todos los citados en las páginas de Pearmain quieren que se muera Gramsci. Y así es. Para confirmarlo, citemos una frase del libro: “en el momento de su muerte en 1937, Antonio Gramsci había sido abandonado por casi todas las personas que conocía, excepto Tatiana Schucht, Carlo Gramsci y Piero Sraffa”. El lector y la lectura de esta biografía situada deben apreciar lo que produjo ese mundo de derrotas públicas y privadas en la vida de un hombre enfermo y solitario, que pagó con su vida el amor que tributó a la clase obrera. Pese a ese orden injusto y cruel que le correspondió vivir desde la infancia y luego golpe tras golpe en la adultez, Gramsci legó para nuestra historia contemporánea los Cuadernos de la cárcel y su complemento las Cartas de la cárcel. Y en esa increíble producción encontramos personas que como ya señalamos no le abandonaron jamás en la cárcel, ni en la enfermedad ni en la muerte: su amigo de juventud, el economista Piero Sraffa, su hermano menor Carlo Gramsci y su cuñada, la persistente y leal Tatiana Schucht. Rescatar a estas tres personas -en particular a Tatiana Schutz- dignificarlas, es decir, rescatando la amistad y la verdad que cultivaron fervorosamente con el prisionero Gramsci, hace más bello el libro que reseñamos. Y al tiempo la vida del autor italiano cobra más sentido, cual si fuera un hermano mayor en nuestro incierto presente.

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