Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (Jan 1984)

Teorías dopaminérgicas de la esquizofrenia.

  • CG Goetz,
  • HL Klawans

Journal volume & issue
Vol. 4, no. 11
pp. 331 – 338

Abstract

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En este país la Neuropsiquiatría (como suma de la Neurología y la Psiquiatría) y con mayor precisión, los neuropsiquiatras de los Ambulatorios de la S. S. constituyen un vestigio del pasado, obsoleto y casi decimonónico. A partir del primer cuarto de este siglo la Neurología, sobre todo la anglosajona, se separó de la Psiquiatría y de los nosocomios, y se integró en los hospitales generales junto a la medicina interna. Desgraciadamente, creo, en España la Psiquiatría quedó en gran parte relegada al manicomio (en otros lugares como en Inglaterra ha continuado en los hospitales generales). Sería tarea extensa analizar si las causas de esta separación son científicas, socio-culturales o políticas. Pero es un hecho incontestable que esta separación se ha establecido en la casi totalidad de los países. Sin embargo, la conducta humana es indivisible, y la dicotomía "alteración orgánica" versus "alteración funcional" que subyace en esta separación tiene cada día una frontera menos delimitada. Sobre todo desde que en las dos últimas décadas existen fármacos claramente psicoactivos que manipulan la conducta. Paralelamente el concepto de neurotransmisión ha cambiado. La información en el SNC no se concibe ya como una resultante de un circuito eléctrico complejo sino más bien como un intercambio de moléculas (transmisores) que son analizados por otras moléculas (receptores) y que son ambos manipulables farmacológicamente. Si el pensamiento es un trasiego de moléculas, el pensamiento enfermo: ¿es un trasiego de moléculas alteradas?, ¿qué tipo de alteración es esa?, ¿funcional o estructural?, ¿es la esquizofrenia una enfermedad funcional o existen moléculas orgánicamente anómalas? Es posible que lo que no supo contestar el microscopio lo responda la bioquímica molecular o la farmacología. En suma, los nuevos conocimientos en el campo de las neurociencias han ensanchado la zona intermedia entre la Neurología y la Psiquiatría, entre los trastornos orgánicos y los funcionales, entre lo que es biología y lo que es ambiente (socio-cultural). El término Neuropsiquiatría renovado de contenido persiste 1, y se ha acuñado otro más novedoso, (neurología de la conducta» 2 para estudiar los trastornos de conducta de epilépticos, esquizofrénicos o pacientes que sufren movimientos anómalos; y un largo bagaje de funciones neuropsicológicas complejas: lenguaje, sueños y hasta el gesto 3. Lo cierto es que hoy la formación del psiquiatra tiene un mayor contingente de conocimientos biológicos, y la del neurólogo interesa de forma más importante a los problemas de la conducta. Esta Revista no puede ser ajena a esta situación y pretende incorporar de forma sistemática la revisión de las bases biológicas del comportamiento y los temas estrictamente neuropsiquiátricos. GOETZ y KLAWANS nos explican en este número la controvertida hipótesis dopaminérgica de la esquizofrenia.