Cuadernos de Lingüística Hispánica (Jan 2017)
Constitución de la lengua española o castellana
Abstract
Tras la conquista y colonización españolas, los pueblos subdesarrollados de América debieron asumir la lengua de sus conquistadores. Era la lengua que el reino de Castilla ya había impuesto a otras provincias ibéricas (nombre griego), con excepción de la portuguesa. Esta lengua recién estaba alcanzando rigurosidad gramatical, como consecuencia de la evolución del latín impuesto por los romanos desde el año 19 antes de Cristo en la Península Hispánica. Década tras década el latín se alteró en su fonética, morfología, sintaxis y semántica hasta obtener diversos dialectos; algunos, como el castellano, se distanciaron de su lengua madre y se hicieron lenguas con sus propias gramáticas. Las posteriores invasiones, visigodas y árabes, apenas dejaron huella en el castellano, porque los hispanos (nombre romano que significa tierra de conejos) poseían una cultura más sólida que la de sus invasores. El español que hoy se habla procede del latín hablado tanto por la gente culta y por el vulgo o pueblo de entonces, como del ‘bajo latín’ hablado y escrito en la Edad Media (siglos V-XVI). Cada uno en su espacio y momento fue responsable de cambios fonéticos, morfológicos, sintácticos y semánticos. Hoy la evolución prosigue, pese a la universalidad y el enriquecimiento de los medios de comunicación lingüísticamente unificadores.