On the W@terfront (Oct 2014)

EL DISEÑO DEL SUELO Y LA IMAGEN DE LA CIUDAD: LA CALÇADA PORTUGUESA

  • Dánae Esparza Lozano,
  • Antoni Remesar

Journal volume & issue
no. 32

Abstract

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Desde el s. XVIII todas las ciudades se plantean uno de los cambios fundamentales en la estructura de su paisaje. El aumento de población y de actividad económica conlleva la desaparición de las calles térreas y su sustitución por las calles que segregan la acera, convertida en la estructura de soporte de los servicios, de la calzada como espacio de circulación rodada. En Lisboa se extiende la pavimentación de la calzada según el "systema Portuguez" con piedras irregulares de basalto sobre arena y ya en 1834, se configura el "Pelouro das Calçadas" responsable de experimentar, primero, el sistema "macadam" (c. 1839) y, posterior y paulatinamente, de introducir el asfalto. La acera, es tratada con losas de calcáreo que, sobre todo, a partir del último tercio de siglo serán substituidas por el "empedrado ordinario á portuguesa" en piedra calcárea. Una derivación será el "empedrado dito de mosaico". Experimentado por Eusebio Pinheiro Furtado en el Castillo de São Jorge (1842), va a extenderse por la ciudad, especialmente, desde la pavimentación del "Mar Largo" en el Rossio (1848). Así, con ocasión de la ampliación de las aceras del largo de Camões, Augusto César dos Santos, Inspector da Admistração das Calçadas expresa la política de substitución del enlosado por el empedrado "O sistema a empregar no empedramento destos passeios, deverá ser mozaico, não só pela beleza que apresenta, como por ser uma especialidade nesta cidade, beleza que se pode levar ao efeito escolhendose um padrão simples que pela sua importância não exceda os 500‐ 600$ o metro superficial” (Cesar dos Santos 1869). Finalmente, en 1895 la Câmara Municipal decretará el uso del “empedrado á portuguesa” en toda nueva pavimentación y reconstrucción de las aceras. Los sitios representativos de la ciudad se cualifican artísticamente con este modo de hacer tan característico e identitario, no en vano lo podríamos entender como una de las primeras producciones de arte público en el sentido contemporáneo del término. Este sistema de pavimentación se extiende por Portugal y se internacionaliza en España, cuando Júlio César Augusto Cordeiro patenta en Madrid (1895) el "mosaico portugués" que cristalizará en las aceras laterales del Paseo de San Juan en Barcelona (1896) -antes de la Exposición de París de 1900, de la praça de São Sebastião de Manaus, de las avenidas Rio Branco y Atlántica de Río de Janeiro llegando a convivir con las farolas modernistas que Pere Falqués diseñó para el "Cinc d'oros" barcelonés. La calçada á portuguesa forma parte de la identidad de Lisboa y afecta a la imagen de marca de la ciudad. Sin embargo, a pesar de su valor identitario y artístico, la calçada está en peligro de muerte. El pavimento-forma – entre ellos la "calçada-forma" –está en la base de algunas de las operaciones emblemáticas de construcción de la imagen de la ciudad (La Habana, 1928; Alicante, 1957; las Ramblas de Barcelona, 1969; la reforma de la Avenida Atlántica de Río por Burle Marx, 1970). Sin embargo, estas mismas operaciones demuestran que la "forma-calçada" no responde a muchos de los requisitos de economía, seguridad o accesibilidad universal que exige la ciudad contemporánea. En el artículo planteamos analizar los motivos y razones que planean sobre la muerte anunciada de la calçada á portuguesa.

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