Política y Sociedad (Jan 2006)

Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad

  • RAQUEL Osborne

Journal volume & issue
Vol. 42, no. 2
pp. 163 – 180

Abstract

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There is an invisible limit which prevents women to reach men´s level in the public domain. This is what has been called the glass roof, which hides an indirect discrimination, not reflected in the law and which can be measured by differential results. This justifies affirmative actions and paridad. Our point of departure are present substantial inequalities found in relation to access to resources, the power of friends, the time available, and socialization models. To counteract inequalities between members of groups with different social power there has been used, first of all, affirmative actions, whose goal is to «un-male» actual systems of cooptation; more recently, the term democracia paritaria was coined after checking that in democracy, numbers are relevant: we need a critical mass, i.e., to increase the relative amount of women to be able to reach a qualitative change in power relations, which is the goal of both initiatives. To understand the need of those initiatives we will discuss what happens when women, a group with less power than men, form a minority and become token women. This way some of the myths and speculations about whether women in power or in high positions become assimilated without any changes will be broken off. Moreover, the costs to be a minority in a place where the majority belong to men will be understood. To become a more numerous minority –around 30-35%- will allow to start to influence the group´s culture and to establish alliances between members of the minority group. This way those members will be able to start to change the power structure and, in addition, their own status as a minority.Existe un tope invisible que impide a las mujeres llegar, en el terreno público, donde están los hombres. Es lo que se ha denominado techo de cristal, que oculta una discriminación indirecta, no reflejada en las leyes y que se mide por los resultados diferenciales. Ello es lo que justificaría las acciones positivas y la paridad. Partimos de desigualdades reales sustantivas entre hombres y mujeres en cuanto al acceso a los recursos, el poder de los amigos, el tiempo disponible y los modelos de socialización. Para contrarrestar las desigualdades entre miembros de grupos con diferente poder social se han utilizado, en primer lugar, las acciones positivas, cuyo objetivo es el de desmasculinizar los sistemas de cooptación existentes; más recientemente, se acuñó el término de democracia paritaria tras la constatación de que, en democracia, lo números cuentan: se necesita una masa crítica, es decir, incrementar la cantidad relativa de mujeres para lograr un cambio cualitativo en las relaciones de poder, objetivo de ambas iniciativas. Para comprender su necesidad comentaremos qué sucede cuando las mujeres, un grupo con menor poder que los hombres, forman una minoría y se convierten en mujeres símbolo. Se romperán de esta manera algunos mitos o especulaciones relativas a si las mujeres en el poder o en altos cargos se asimilan a la dinámica existente sin más transformaciones —como si ello dependiera de una mera decisión voluntarista—, al igual que se entenderán los costes que supone el estar en minoría en un lugar donde la mayoría está formada por varones. Pasar a ser una minoría menos minoritaria —para situarse en torno al 30-35%— va a permitir comenzar a influir en la cultura del grupo y lograr el establecimiento de alianzas entre los partícipes del grupo minoritario. De esta forma, sus miembros podrán empezar a cambiar la estructura de poder y, por añadidura, el propio estatus como minoría

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