Voces de la educación (Feb 2021)
Reseña del libro de Daniel Cassany (2019). Laboratorio lector. Para entender la lectura. Barcelona: Anagrama.
Abstract
En esta obra, Daniel Cassany nos ofrece unas sugestivas reflexiones sobre distintos aspectos de la lectura, comenzando su presentación con una cita del escritor y filósofo Miguel de Unamuno: “Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee” (p.9), y cerrando la obra en su epílogo con una elocuente cita del escritor Jorge Luis Borges en honor a un hecho constatable por todo ávido lector: “Nunca se termina de aprender a leer” (p.205). Su elenco de apartados parece ordenado por criterios de complejidad progresiva; y, en cada uno de los veinte apartados de esta obra, nos regala un pensamiento en boca de otros, quizás en coherencia con la construcción de intenciones que describe, –como alude más adelante– dentro del apartado “8. Intenciones” (pp.85-86). El punto de partida de la obra responde a una lógica justificación de la palabra “laboratorio” en la línea de la acepción experimental afín a las investigaciones científicas, después de transcribir una referencia a su entrada o voz en el Diccionario de la Real Academia Español (DRAE). “Me lo imagino como una habitación grande, blanca, con mucha luz y llena de muebles particulares: neveras con muestras biológicas, cajones para guardar instrumental delicado, microscopios sofisticados para observar tejidos, mesas repletas de probetas, y científicos y becarios con bata blanca y guantes de silicona, trabajando en silencio, sentados en taburetes. (…) Y eso es exactamente este libro, excepto en dos detalles: que no trata de química ni de medicina y que no hay habitación.” (p.9) Con esta casi plástica metáfora, Daniel Cassany ha creado una atmósfera como situación comunicativa que mimetiza fácilmente con el hecho lector visto como una suma de pequeños detalles microscópicos que están ahí, esperando a ser descubiertos cuando las habilidades y la sensibilidad del lector le permita llegar.