Sintaxis (Aug 2024)

Carta de los Editores

  • Rebeca-Illiana Arévalo-Martínez,
  • Rogelio Del Prado Flores,
  • Alberto Ruiz-Méndez

DOI
https://doi.org/10.36105/stx.2024n13.02
Journal volume & issue
no. 13

Abstract

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Desde la irrupción de la tecnología digital hasta la llegada de la inteligencia artificial, los medios de comunicación han ejercido una influencia paradójica en nuestras vidas. Si bien han contribuido a visibilizar injusticias e incluso han sido plataformas para la creación de movimientos sociales globales, también es verdad que sus efectos en nuestros procesos de aprendizaje y convivencia social se han visto afectados por su dinámica vertiginosa que nos aleja del diálogo y la reflexión. La democracia no se ha escapado a esta dinámica paradójica. Aunque sus orígenes se remontan al siglo V a. C., nuestro actual modelo moderno democrático se afianza a partir de 1945 con el fin de la Segunda Guerra Mundial, es decir, es un modelo con menos de cien años de vida política. Si bien Estados Unidos e Inglaterra pueden considerarse democracias desde finales del siglo XIX, los pilares sobre los que se sustenta esta forma de gobierno —sufragio universal, separación de poderes y estado de derecho—, no se consolidaron hasta mediados del siglo xx dándole la fisonomía que ahora conocemos.