Para las y los autores de este proyecto, ganador del concurso para albergar la obra del escultor Mario Irarrázabal, un museo puede entenderse como un jardín -definido por sus límites, pero también abierto al cambio-. Para nosotros en ARQ, este proyecto también demuestra cómo los edificios pueden ser herramientas para la recuperación ecológica, donde las lógicas de emplazamiento, circulación y redes de infraestructura se tratan como oportunidades para favorecer a las especies más-que-humanas que ya habitan este lugar.