Revista Espanola de Enfermedades Digestivas (Aug 2018)

Revisión de las perforaciones duodenales tras colangiopancreatografía retrógrada endoscópica en el Hospital Puerta de Hierro de 1999 a 2014

  • Elena Jiménez-Cubedo,
  • Javier López-Monclús,
  • José-Luis Lucena-de-la-Poza,
  • Natalia González-Alcolea,
  • Pablo Calvo-Espino,
  • Arturo García-Pavía,
  • Víctor Sánchez-Turrión

DOI
https://doi.org/10.17235/reed.2018.5255/2017
Journal volume & issue
Vol. 110, no. 8
pp. 515 – 519

Abstract

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RESUMEN Introducción: la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) sigue siendo la prueba de elección para el diagnóstico y el tratamiento de la patología biliar y pancreática, pero cuenta con una tasa de morbimortalidad no desdeñable, por lo que se proponen algoritmos para el manejo y tratamiento de sus complicaciones. Objetivo: revisar las perforaciones post-CPRE tratadas en el Servicio de Cirugía General del Hospital Puerta de Hierro de 1999 a 2014, evaluando los resultados en función del tipo de perforación y el tratamiento. Métodos y resultados: se ha realizado un estudio descriptivo y observacional de todas las perforaciones post-CPRE comunicadas y tratadas por el Servicio de Cirugía General del Hospital Puerta de Hierro de 1999 a 2014, en relación a la indicación de la prueba y hallazgos, el tipo de perforación (clasificación de Stapfer), el tiempo hasta el diagnóstico y el método de diagnóstico, el tiempo hasta la intervención y la técnica empleada, las complicaciones posteriores, así como la evolución y el tiempo de ingreso. Los resultados se han evaluado en función del tipo de perforación (Stapfer) y del tipo de tratamiento realizado. Se comunicaron 36 perforaciones (21 de tipo I, ocho de tipo II, dos de tipo III y cinco de tipo IV), lo que supone una incidencia menor del 1%. El diagnóstico fue inmediato (en las primeras 24 horas) en el 67% de los casos, siendo las de tipo I las más frecuentes. Se intervino a 28 de los 36 pacientes (77,7%), realizándose en la mayoría una colecistectomía seguida, siempre que fue posible, de sutura, colangiografía intraoperatoria y exploración de la vía biliar y drenaje. Fallecieron cuatro pacientes (dos intervenidos y dos manejados de manera conservadora), todos con perforaciones de tipo I. La complicación más frecuente fue la colección/fístula, que apareció en el 21,42% de los pacientes intervenidos. Conclusiones: el tratamiento de las perforaciones periduodenales secundarias a CPRE debe orientarse en función de los hallazgos clínicos y radiológicos. Según nuestra experiencia, las perforaciones de tipo I requieren una intervención quirúrgica inmediata, mientras que las perforaciones tipo II y III permiten, en algunos casos, un manejo conservador, siempre ante la ausencia de complicaciones como colecciones abdominales asociadas y/o signos de sepsis o de irritación peritoneal. Las perforaciones tipo IV responden bien al manejo conservador

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