Medicina (Dec 1998)

Discurso del Académico Efraím Otero Ruiz, Presidente de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina En la Recepción como Miembro Honorario del Dr. Egón Lichtenberger.

  • Efraim Otero Ruiz

Journal volume & issue
Vol. 20, no. 2
pp. 41 – 43

Abstract

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<p>Bogotá, Mayo 15 de 1997</p><p>Señores Académicos, señoras, señores :</p><p>Retornamos antes de ocho días a esta alta tribuna del pensamiento académico, esta vez para acoger y exaltar como Académico Honorario al Profesor Dr. Egon Lichtenberger. En él consagramos no solamente a la Anatomía Patológica como especialidad, ausente muchos lustros de este recinto bogotano, desde la época de su numerario y posterior Presidente Dr. Juan Pablo Llinás, sino especialmente a la persona que con su dedicación, su enseñanza y su ejemplo ha servido para darle la categoría que corresponde a esta rama del saber médico, formando generaciones de nuevos patólogos que han extendido su conocimiento por todo lo largo y ancho de nuestra accidentada geografía.</p><p>Para reconocer la dimensión exacta de sus contribuciones, habría que mirar en qué estado se encontraba la anatomía patológica en Colombia al finalizar la década de los años cuarentas cuando Egon se gradúa de la Universidad Nacional, en 1947, con una tesis calificada como meritoria. Hasta la época de la lla. Guerra Mundial toda nuestra enseñanza anatomopatológica tomaba sus raíces en Francia, directamente derivada de Bichat y de Cruveilhier y admirablemente suplementada por los textos de anatomía descriptiva de Testut – Latarjet, que todo estudiante debía memorizar en dos años de agobiador ejercicio mnemotécnico. Allí, desde los bancos de disección anatómica, se barruntaban las variaciones de lo normal a lo patológico, que simultámeamente y a partir del segundo año de carrera se entrelazaban con las preparaciones histopatológicas.</p><p>Sin embargo, a pesar de que la escuela fisiopatológica se había originado en la Francia de mediados del ochocientos con Claude Bernard y sus seguidores, la anatomopatológia seguía teniendo la misma rigidez descriptiva de los anatomistas clásicos, sin que tratara de orientarse al estudiante, las más de las veces, hacia las sutiles relaciones entre función y estructura.</p><p>En cambio en los países anglosajones la disciplina anatomopatológica, derivada de los estudios de Skoda y Rokitansky en Viena, de los Hunter en Inglaterra o de Welch en los Estados Unidos y fortalecida por la teoría celular de Schwann y de Virchow, además de seguir una tendencia más objetiva y estadística, se había enriquecido, a partir de la era bacteriológica, con los estudios de patológia experimental, complementados más y más con estudios bioquímicos, in vivo e in vitro, que trataba de determinar muy de cerca la alteración funcional.</p><p>Y si a ello se agregan los trabajos de los primeros neueofisiólogos, endogrinólogos, y oncólogos experimentales -como lo fueron Cushing, Cannon, Sherrington, Loeb y Rous a comienzos del siglo- los primeros intentos de cultivo de tejidos, iniciados por Carrel, vemos cómo se va diferenciando una escuela, distinta de la francesa y con sus propias e individuales luminarias a medida que avanzan las décadas del siglo XX. Hasta la misma denominación, patológia en vez de anatomía patológica, señala ese alejamiento de lo meramente descriptivo hacia algo más fisiopatológico y dinámico.</p><p>Como lo reconocería la misión Humphreys en la época a la que nos estamos refiriendo-finales de los cuarentas-, la gran mayoría de la histopatológia colombiana seguía la orientación francesa. Tan sólo en Medellín, en esos años, comenzaba a darse un cambio hacia la escuela norteamericana inducido por el Profesor Alfredo Correa Henao, formado en Johns Hopkins y creador del Instituto de Anatomía Patológica de la Universidad de Antioquia. De el ha dicho su biógrafo, el eximio historiador antioqueño de la medicina Dr. Alfredo Naranjo Villegas, lo mismo que podríamos decir del eminente patólogo que hoy Homenajeamos : ” Fue él quien le dió (a la anatomía patológica) toda la categoría científica que requería. Gracias a él puede la Facultad de Medicina exhibir un Departamento que haría honor a cualquiera de las más exigentes facultades médicas del mundo”...</p>

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