Medicina (Dec 1996)
Panorama de las Academias frente al Siglo XXI
Abstract
<p><strong>Secretario General</strong><br /><strong>Academia Nacional de Medicina de Colombia.</strong></p><p>Como representante de 106 años ininterrumpidos de servicio a la medicina, de dedicación incondicional a los pacientes, quiero ser portador de un mensaje de unidad y de fraternidad para el cuerpo médico de Colombia y de la América Latina, condiciones que en la Academia Nacional de Medicina de Colombia consideramos imperativas para adecuar nuestras instituciones a los caleidoscópicos cambios del ejercicio de nuestra profesión, en los albores del siglo XXI, del tercer milenio.</p><p>Quiero transmitirles las experiencias y las conclusiones emanadas, tanto de los diferentes foros que hemos tenido en Santa Fe de Bogotá como del 1 Encuentro Nacional de Academias de Medicina de Colombia, realizado en esta ciudad en marzo pasado. Cuando se inauguró dicho Encuentro nuestro Presidente, el Académico Gilberto Rueda Pérez, anotaba “La ciencia y la tecnología modernas reclaman para el futuro, más que nunca, la presencia directiva de la Academia, pero no de una Academia quieta, que descansa complacida en pretéritas épocas de oro, improductiva, órgano asesor a quien nadie consulta, sino de una Academia viva, dinámica, agresiva, capaz de aportar a través de su gran acerbo de inteligencia, de conocimientos y de experiencia y de su enorme poder de liderazgo, todo aquello que el cuerpo médico nacional espera de ella para el siglo XXI “.</p><p>Años atrás, cuando se perfilaba el nombramiento de un nuevo Ministro de Salud, la Academia dirigió una carta al Presidente de la República que fue desatendida totalmente. En dicha carta la Academia le solicitaba que escogiera a un médico para que se encargara de la cartera de salud, por años en manos de administradores y economistas, con detrimento de los programas nacionales de salud y de las campañas contra los principales flagelos nosológicos de nuestra patria. La respuesta fue el nombramiento, en ese importante lugar de la salubridad pública, de una persona sin experiencia en esos temas. Las consecuencias de esta decisión no se hicieron esperar y hoy son muy grandes los conflictos existentes en los programas de salud del pueblo colombiano.</p><p>Este hecho, por lo menos en Colombia, marca claramente la posición de los estamentos oficiales y políticos frente al médico y a sus posibilidades como administrador en salud. Más tarde, otro economista, que estuvo casi dos años al mando del Ministerio mencionado, contra viento y marea, engañando con su agilidad verbal a quienes ya al final de su período intentaron intervenir, cohonestado por el silencio cómplice del médico y, porque no decirlo, el de nuestra Academia, logró la puesta en marcha de una nueva ley de seguridad social con una filosofía sana, pero totalmente economicista, y en cuyo desarrollo nunca se tuvo en cuenta al médico: ley que busca el cubrimiento universal en salud del pueblo colombiano, loable sin lugar a dudas, pero impracticable por fallas conceptuales básicas, económicas, operacionales y profesionales (desconocimiento del recurso humano en salud)...</p>