Revista de la Asociación Odontológica Argentina (Jan 2010)

El póster: un estímulo The poster: a estimulus

  • Fernando Goldberg

Journal volume & issue
Vol. 98, no. 5

Abstract

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Al finalizar la lectura del artículo “La educación en América latina, un mito”, publicado en el diario La Nación y escrito por Andrés Oppenheimer hace apenas unas semanas, sentí una irremediable amargura. Transcribo un párrafo elocuente de dicha publicación: “Según una encuesta de Gallup y el Banco Interamericano de Desarrollo, los latinoamericanos están mucho más satisfechos con sus sistemas educativos que los estadounidenses, los alemanes o los japoneses, a pesar de que los países latinoamericanos figuran entre los últimos puestos en las pruebas estudiantiles y en los rankings internacionales de educación”. En ese instante me pregunté: ¿qué estamos haciendo desde nuestra posición de docentes para revertir esa deficiencia educativa? Me remonto al 15º Congreso organizado por la Sociedad Argentina de Endodoncia en el último mes de agosto y recuerdo mi asistencia a la presentación de los diecinueve posters realizados por alumnos de diferentes universidades del país. Entre aquellos posters exhibidos se encontraban tres que pertenecían a nuestra Cátedra de Endodoncia de la Escuela de Odontología de la USAL/AOA. Inmediatamente surgió en mí otra duda: ¿qué importancia tiene estimular a los alumnos de pregrado a elaborar y presentar un póster científico? Para satisfacer mi inquietud les pregunto a dos de ellos sus sensaciones al respecto. Mariano dice casi textualmente: “Esta actividad extra fue motivada por los docentes de la cátedra. Mi familia se puso muy contenta; de hecho mis hermanos nunca habían pasado por esta experiencia. Cuando comencé con este plan no tenía dimensión de su trascendencia. Hacer una investigación fue para mí algo nuevo. Me sentí superorgulloso. Me contacté con Internet para obtener más información sobre el tema. Creo que no se estimula en nosotros la investigación por falta de motivación”. Aquí las palabras de Leandro: “Desde chico fui muy curioso. Esta vez quería ver cómo era un diente en su anatomía interna. Siempre lo había visto desde afuera. En mi familia, mi primo dentista me llenó de preguntas. Al principio estaba muy nervioso. Nunca había presentado un póster. Lo fui practicando con algunos de mis compañeros de clase”. En las palabras de los alumnos encuentro la respuesta a mi duda: estimular, motivar, generar. Un antiguo proverbio dice algo semejante a “enseñar no es llenar un barril sino encender una luz”. Estoy convencido de que esa luz se llama estímulo. Crear en el otro el deseo por conocer lo ignorado. Conducir a un joven hacia el campo del conocimiento es darle una llave para incursionar en el espacio desconocido, estimulando el placer por la búsqueda. El educador debe encontrar los caminos adecuados para generar dicho estímulo. Los docentes debemos preguntarnos no sólo cuánto los alumnos han aprendido en nuestras clases, sino cuántas de esas llaves hemos entregado. Tal vez ésa sería una forma de emerger de la mediocridad que el autor del artículo plantea.