Medicina (Mar 2004)

Académico Edmond Chediak Atia

  • Alfonso Latiff Conde

Journal volume & issue
Vol. 26, no. 4
pp. 241 – 243

Abstract

Read online

Saludo de bienvenida por el Académico Alfonso Latiff Conde. Mis primeras palabras para agradecer a la Junta Directiva la oportunidad de darle la bienvenida al Dr. Edmond Chediak con motivo de su ingreso a la Academia Nacional de Medicina. Conozco a Edmond y a su familia desde hace muchos años. Conocí primero a su hermano Odel, mi compañero de curso en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. Dueño de una gran inteligencia y de una capacidad de estudio extraordinaria, resaltó como el más brillante estudiante de nuestro curso. Con una personalidad amable como la de Edmond parecía menos extrovertido. Tenía todas las características del gran investigador: estudioso, introvertido, constante, imaginativo. Constituía el motivo de orgullo y amor de sus padres. Una súbita enfermedad le arrebató la vida poco tiempo después de su feliz terminación de estudios. Edmond vino a llenar el inmenso vacío que dejaba Odel. Terminados sus estudios de Odontología, Edmond se vinculó al Instituto Nacional de Cancerología donde habríamos de trabajar juntos por muchos años. El ejercicio privado de su profesión no llenaba todas las aspiraciones del joven Chediak. En el Instituto Nacional de Cancerología Edmond rápidamente vio la oportunidad de desarrollar una sección de cáncer oral que proyectara la imagen del Instituto en un ámbito más dilatado. En conjunto con Alejandro Hakim, Pablo Bernal, Guillermo Rivera y más tarde José Antonio Hakim, proyectaron y realizaron excelentes trabajos de investigación clínica que realzaron el prestigio del Instituto en la especialidad. Su amor por la docencia lo hizo vincularse como profesor de las Universidades Nacional, Javeriana y El Bosque. La personalidad de Edmond le permitió no solamente desarrollar una gran actividad científica sino participar en todas las actividades que las diferentes sociedades científicas adelantaban en la época. Dueño de una gran simpatía personal, de una clara visión de las oportunidades, de un discreto orgullo, de una conciencia de su propio valor, acompañado todo ello de una habilísima capacidad diplomática, le ha permitido desempeñarse como hábil directivo capaz de sortear los más difíciles escollos. ¿De dónde vienen todas estas características que constituyen la personalidad de Edmond Chediak? En persecución de los ancestros de Edmond Chediak permítanme describirles una escena que tiene lugar en la costa libanesa donde un brazo de mar la separa de la isla de Tiro. Corría el año 333 antes de Cristo. Un terraplén, dice Alejandro Magno a sus desconcertados generales, le mostrará a los habitantes de Tiro que ellos también pertenecen a ti erra firme. Luego agregó que este mensaje le había llegado de los dioses, en un sueño. Este era un recurso que utilizaron todos los grandes líderes de la historia. Un sueño. Esta era una de sus tretas usuales. El joven rey no quería ser considerado loco por los honestos generales reunidos en su tienda de campaña. Su anuncio era el resultado de una tortuosa deliberación que amenazaba presentar a su ejército una tarea que demandaría poco heroísmo y mucho sudor, y es sabido que los soldados prefieren derramar sangre y no sudor. Alejandro finalmente convenció a sus oficiales, posiblemente porque estaban furiosos. La ciudad fenicia de Tiro se había enfrentado al rey macedonio y a su ejército victorioso y el insulto debía ser castigado. Los macedonios, que habían batido al ejército persa en Issus, se preparaban para marchar a lo largo de la costa libanesa desde Anatolia hasta Egipto. Su ruta atravesaba las ricas ciudades-estados fenicios de Aradus, Biblos, Berytus, Sidon y Tiro...

Keywords