Revista de Estudos Literários (Sep 2020)
Testemunho
Abstract
No pue do separar la imagen del académico de la del amigo del alma y pido perdón por eso. A los amigos no se les elogia, simplemente se les quiere, al menos es lo que se ha hecho siempre en mi casa con el profesor Carlos Reis. Él no lo sabe, porque a los amigos tampoco se les da coba, pero cuando llegaba una llamada suya mi casa de Lanzarote se iluminaba. Lo cuento, para que vean que no exagero, pero para eso se tendrán que situarse en modo tiempo pasado, en aquellos días en que la tecnología comenzaba a ser aliada (no confl icto permanente) y los teléfonos permitían ver quien llamaba antes de levantar el auricular. Les digo que si aparecía el nombre de Carlos Reis en la pantalla, José Saramago atendía con la sonrisa ya puesta.