Tendencias (May 2013)

LA PROFESION ACADEMICA: ¿PROFESIONALES QUE ENSEÑAN O PROFESIONALES DE LA ENSEÑANZA?

  • Orlando Albornoz

Journal volume & issue
Vol. 1, no. 1
pp. 165 – 188

Abstract

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Toda fuerza laboral, independientemente de su ubicación en el aparato productivo, tiene exigencias específicas, con relación a su capacitación, entrenamiento, mejoramiento, profesionalización, actualización, perfeccionamiento y todos aquellos conceptos que sugieren la necesidad de cómo cada fuerza laboral pueda responder a los cambios tecnológicos relacionados con su actividad y con los nuevos retos que esa actividad debe acatar y responder, por arte de la sociedad o al menos de su clientela, la cual debe ser atendida en forma óptima, naturalmente. Ninguna fuerza laboral está supuesta a ser la peor, sino, definitivamente, la mejor, pues tiene que ser competitiva. Pero si bien nadie desea o aspira ser el peor, no es fácil ser el mejor y de hecho, como se sabe, hay tendencias hacia el fracaso, que llevan y conllevan a ciertas personas a ser "malos" en su rendimiento. Sin embargo, al margen de esta situación, las organizaciones de todo género hacen inversiones y gastos en esta materia de capacitación, concepto genérico que vamos a emplear para todo lo que signifique establecer una dirección al desarrollo de la persona y de la organización. Pero esa inversión debe ser equilibrada para que produzca resultados, debe ser eficiente, para lograr el óptimo posible en los niveles de rendimientos, de modo que se establezca un perfil idóneo para que cada unidad de dinero invertida tenga un resultado equivalente. Esto es más importante en instituciones y organizaciones cuyos recursos financieros se hallan limitados a su propia organización financiera, de costo beneficio, contrario a lo que ocurre en otras instituciones y organizaciones, que operan bajo el criterio de costo social, caso en el cual, alimentando por las nociones de subsidio y racionalizando la necesidad de utilidad social el equilibrio del presupuesto suele hacerse sobre la base del déficit, sin necesidad de equilibrar inversión y gasto con resultados.