Ecosistemas (Jan 2011)

Ecología vegetal en la Antártida

  • L.G. Sancho,
  • A. Pintado

Journal volume & issue
Vol. 20, no. 1
pp. 42 – 53

Abstract

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A menudo se ha descrito la vida vegetal en la Antártida como extremadamente pobre y ecológicamente simple. Sin embargo, esto sólo es cierto si nos referimos a las localidades más inhóspitas de la Antártida continental. En la región conocida como Antártida marítima, costa occidental de la Península Antártica e islas adyacentes, la situación es bien distinta. El número de especies de líquenes supera las 350 y se han descrito más de 100 especies de musgos y hepáticas, aunque sólo existen dos plantas con flores. En el ámbito de la ecología vegetal, la cuestión fundamental que ha preocupado a los investigadores hasta ahora es si los líquenes y musgos de la Antártida presentan algún tipo de adaptación que les permita sobrevivir mejor que otras plantas en este medio. Un segundo aspecto de gran interés en la actualidad es determinar la capacidad de adaptación de la flora antártica ante el aumento de la radiación ultravioleta (UV) como consecuencia del agujero de ozono, y ante el calentamiento global. Los líquenes antárticos se han mostrado muy tolerantes a amplios periodos de frío y sequía y son capaces de mantener una fotosíntesis activa a temperatura por debajo del punto de congelación, sin embargo algunas de las especies estudiadas no son capaces de mantener tasas positivas de fotosíntesis si la temperatura sube dos o tres grados. Por otra parte, tanto musgos como líquenes se muestran muy resistentes a la radiación UV. Los líquenes y comunidades microbianas de los Valles Secos y Montañas Transantárticas no parecen limitados por la más dura combinación de frío, sequedad y radiación que se produce en nuestro planeta. Estas especies son excelentes candidatos para experimentos de astrobiología en el espacio exterior, con el fin de demostrar la capacidad de supervivencia de células complejas originadas en la Tierra a posibles transferencias interplanetarias.