NURE Investigación (Sep 2005)
Consideraciones en relación con la propuesta de investigación “La enfermera psiquiátrica comunitaria como recurso para la formación del profesorado de educación secundaria en la prevención escolar de la anorexia nerviosa”
Abstract
Descripción: Estimada directora, he leído con interés la publicación “La enfermera psiquiátrica comunitaria como recurso para la formación del profesorado de educación secundaria en la prevención escolar de la anorexia nerviosa” en su revista (Nure Investigacion, nº 17, 2005 ) . Me han llamado la atención diversas afirmaciones que la autora realiza en su artículo. Desconozco si el proyecto de investigación que es presentado en su revista ha sido finalmente realizado y por lo tanto la fase en la que se encuentra. El artículo recoge la expresión “aunque la palabra anorexia está asociada al sinónimo de falta de apetito en la AN, no ocurre esto, ya que habiendo apetito existe una negación a comer con el objetivo único de perder peso”. Esta afirmación, no es correcta, ya que ha sido descrito que en ciertos individuos, la AN puede ser reactiva a otros procesos así como la desaparición de la sensación de apetito (Birmingham & Beumont, 2004). Las afirmaciones acerca de las “proporciones epidémicas de la AN entre mujeres de 12 a 25 años” resultan excesivas, así como el estilo novelado de la afirmación “AN ha sufrido un incremento (…) sorprendiendo a los profesionales de la salud y alarmando a la población general”. Auque es cierto que hay existe un mayor número de personas diagnosticadas por año, algunos autores justifican este aumento debido a la mayor atención prestada a este tipo de síndromes (Treasure et al., 2004). La afirmación “AN irrumpe en las consultas médicas una verdadera invasión anoréxica” es irrespetuosa y de nuevo novelada, sin embargo, la autora no adjunta datos científicos que ilustren esta afirmación. El profesional de enfermería, debe cuidar su expresión científica si nuestra credibilidad como profesionales ha de ser respetada. De nuevo, “para la sanidad no hay mejor inversión que la destinada a la prevención de enfermedades psíquicas y la promoción de la salud mental”. Aunque respeto su entusiasmo y debido a mi interés profesional en la salud mental empatizo con su afirmación, estoy segura de que numerosos profesionales sanitarios podrían usar argumentos idénticos para promover programas preventivos en diferentes áreas especializadas. Resulta sorprendente la afirmación “si en prevención primaria todavía queda mucho por trabajar y contrastar en relación con la AN a largo plazo, en prevención secundaria esto ya está solucionado, ya que se utilizan diferentes cuestionarios auto evaluativos que permiten la valoración sistémica del comportamiento alimentario”. Permítame que esté en desacuerdo con usted, y en mi opinión resultaría simplista decir primero que en la prevención secundaria (…) ya está solucionado y segundo, que el argumento para ello es el uso de tests de auto evaluación. Por cuestiones de espacio, no comentaré aspectos de la metodología del estudio que usted propone, sin embargo, me parece necesario comentar la breve fundamentación del profesor como instrumento de cambio. En primer lugar, el profesor debe asumir este reto personalmente y no deberá venir impuesto ya que en este caso su acción puede resultar contraproducente. Asimismo, lo que entendemos por aptitudes y actitudes de los profesores debería ser clarificado. No identifica usted el hecho de que alguno de esos profesores pueda padecer un TAC, algo que seguramente tendría un impacto particular en la investigación. Como usted sugiere, el profesor deberá tener un papel activo y no limitarse a transmitir información únicamente, pero para ello debe haber entendido la necesidad y asumir la importancia de su tarea dentro de la prevención. Para ello, el profesor principalmente debe “querer” hacerlo. La afirmación “el profesor debe ser capaz de desarrollar sujetos competentes para que puedan solucionar sus conflictos de manera adecuada” resulta utópica, ya que inicialmente éste debe estar preparado para asumir ese reto. Es difícil que en la realidad de la escuela española, donde generalmente existen más de 20 niños por clase sea el profesor capaz de atender individualmente y realizar las tareas de padre o madre, educador o terapeuta. Para que el profesor como usted sugiere en su título sea capaz de prevenir AN en la escuela, muchos pasos han de ser dados. Entre ellos, el entender la necesidad y considerarse motor de cambio, la adecuada formación y el dejar atrás actitudes y prejuicios contraproducentes que pudieran existir previamente. Para todo ello, intensas campañas de concienciación son necesarias. Ante la sugerencia de que sea la enfermera el motor de cambio y de coordinación de programas como el que usted propone, se me plantea una duda importante y que no ha sido clarificada en el artículo. ¿No es necesario que esa enfermera aunque especialista en Salud Mental haya recibido formación intensiva específica primero en el campo de los trastornos de la alimentación, o específicamente como usted propone AN y segundo en la formación educadora? La literatura científica ha explorado las actitudes de profesionales de la salud mental hacia pacientes con TCA y los resultados señalan incluso cierto estigma entre profesionales de nuestra misma área. Finalmente no podemos asumir que la formación en salud mental general o incluso en los programas de especialidad capacita a todos los profesionales de igual modo sino que la formación debe ser reciclada de modo cíclico para garantizar la excelencia del cuidado y en este caso, de la adecuada instauración de programas específicos de prevención. S Tricas [email protected] [email protected] Edinburgh, Scotland, U.K. Bibliografía 1. American Academy of Pediatrics.Committee on Adolescence (2003) Identifying and treating eating disorders. Pediatrics 111(1):204-211 2. Becker AE, Franko DL, Nussbaum K, Herzog DB (2004) Secondary prevention for eating disorders: the impact of education, screening, and referral in a college-based screening program. International Journal of Eating Disorders 36(2):157-162 3. Birmingham CL, Beumont P. (2004) Medical Management of Eating Disorders. Cambridge, Press syndicate of the University of Cambridge. 4. Cantwell R, Steel JM. (1996) Screening for eating disorders in diabetes mellitus. Journal of Psychosomatic Research 40(1):15-20 5. Emans SJ. (2000) Eating disorders in adolescent girls Pediatrics International 42(1):1-7 6. Keller OL. (1986) Bulimia: primary care approach and intervention Nurse Practitioner 11(8):42-44 7. Lamberg L. (2003) Advances in eating disorders offer food for thought. 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(1998) Eating disorders from a primary care perspective. Medical Journal of Australia 168(9):458-463 Nota de la dirección Estimada colega, Desde Nure Investigación quisieramos agradecerte en nombre de la revista el concienzudo esfuerzo de crítica constructiva que nos has remitido en relación con el artículo “La enfermera psiquiátrica comunitaria como recurso para la formación del profesorado de educación secundaria en la prevención escolar de la anorexia nerviosa”. La sección de Proyectos de Investigación da cabida a propuestas de investigación, muchas de las cuales desgraciadamente no progresan a la fase de trabajo de campo, análisis e informe de resultados. A ello se suma que Nure Investigación es una publicación joven, por lo que todavía tenemos que esperar algún tiempo para que algunas de estas propuestas completen todo el ciclo. Sin embargo confiamos en que esta sección cumple un muy apreciado papel formativo, tanto para los autores (por el arduo trabajo de revisión de los contenidos previo a la publicación de los mismos), como para los profesionales que, con mas o menos experiencia pero mucho entusiasmo, se enfrentan a elaborar una propuesta de investigación. Evidentemente, en el generalista contexto actual de la Enfermería de nuestro pais, los resultados de nuestro trabajo de revisión crítica tienen sus limitaciones. Por ello nos felicitamos de que hayas contribuido significativamente a este objetivo formativo con tu aportación. Nure Investigación