Revista UNISCI (Jan 2011)
Italy’s Policy of Cooperation for Development: A “Natural Vocation” for Rhetoric?
Abstract
Tras la Guerra la economía italiana estaba en un pobre estado; durante los años 50 Italia recibió no solo la ayuda del Plan Marshall sino también significativos préstamos del Banco Mundial. Esta situación y la escasa atención prestada por la opinión pública al tema del desarrollo del Tercer Mundo hizo muy difícil la transición desde la condición de país recipiente a la de país donante. Además la actitud de Italia se veía influida por su auto-percepción de que el colonialismo italiano había traído numerosos beneficios a las colonias. Solo con el inicio de la década de los 60, con el fin de reforzar su propia imagen, Italia aprobó una serie de medidas relativas a asistencia técnica y mejora de las condiciones para el acceso a créditos para la exportación, siguiendo la resolución de la ONU sobre la “década de desarrollo” y debido igualmente a las presiones internacionales, especialmente de los EEUU. Pero no fue hasta los años 70 cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores creó una oficina para coordinar el trabajo de los cooperantes, si bien los fondos destinados al Tercer Mundo seguían manteniéndose muy por debajo del objetivo del 1 % del PIB indicado por el UNCTAD en 1964. La ayuda pública al desarrollo se concentraba en la Cuenca mediterránea y en África, y en menor medida en Latino-América: en el periodo 1965-69, el 93 % de los fondos se destinaron a 10 países (Yugoslavia, la República Árabe Unida, Somalia, Grecia, Túnez, Etiopía, Nigeria, Brasil, Panamá y México). Somalia, una antigua colonia, representaba un caso especial. Los años 1979-90 fueron testigos de un fenomenal incremento de los fondos para cooperación (165%) y un cambio en su composición: más fondos públicos y menos fondos privados, más préstamos en condiciones favorables y menor asistencia técnica. Esta fase finalizó con las investigaciones sobre corrupción, pues la ayuda a la cooperación se vio igualmente afectada, lo cual llevó a su descrédito. Tras una drástica reducción de los fondos, al final de los años 90, la política de cooperación se situaba en términos generales en línea con los parámetros internacionales, tanto en objetivos como en métodos.