Revista Colombiana de Nefrología (Mar 2019)

Recomendaciones para el uso racional de la prueba 25-hidroxi vitamina D Policy Brief

  • Nancy Yomayusa González,
  • Eduardo Low Padilla,
  • Juan David Oliveros Velásquez,
  • Fredy Mendivelso Duarte,
  • Olga Victoria Gómez Gómez,
  • Ana María Castillo Gutiérrez,
  • Liliana Isabel Barrero Garzón,
  • Carlos Arturo Álvarez Moreno,
  • Emilio Herrera Molina,
  • Ernesto Augusto Moscoso Martínez,
  • Pilar Cristina Ruíz Blanco,
  • Joaquín Gustavo Luna Ríos,
  • Natasha Ortiz,
  • Emilio Mauricio Herrera,
  • Fabian Ricardo Guevara Santamaria,
  • Jairo Enrique Moreno Gómez,
  • Héctor Mauricio Cárdenas Ramírez,
  • Camilo Alberto González González,
  • María José Jannauth,
  • Adulkarin Patiño Pérez,
  • Diego Alejandro Pinto,
  • Juan Ramón Acevedo,
  • Rodolfo Eduardo Torres Serrano,
  • Jairo Camilo Montero Cetina,
  • Andrés David Acevedo Velasco,
  • Ximena Adriana Cáceres,
  • Jairo Acuña Olmos,
  • Carlos Andrés Arias,
  • José Medardo Rozo,
  • Jeffrey Castellanos Parada,
  • Ángelo Mauricio López Miranda,
  • Estefanía Pinzón Serrano,
  • Oswaldo Rincón Sierra,
  • Mario Isaza Ruget,
  • María del Pilar Suárez Ramos,
  • Johanna Vargas Rodríguez,
  • Natalia Mejia Gaviria,
  • Sandra Yadira Moreno Marín,
  • Bibiana María García Guarín,
  • Martha Lucía Cárdenas,
  • Luis Fernando Chavarro,
  • Camila Ronderos Bernal,
  • Arturo Rico Landazabal,
  • Francisco Oscar Fernando Rosero Olarte,
  • Adriana Medina Orjuela,
  • Mercedes Teresa Alfaro Tejeda,
  • Jorge Antonio Coronado Daza,
  • Erica Yama Mosquera,
  • Astrid Patricia Hernández Sierra,
  • César Augusto Restrepo Valencia,
  • Javier Arango Álvarez,
  • Richard Baquero Rodríguez,
  • Francisco Oscar Fernando Rosero Olarte,
  • Adriana Medina Orjuela,
  • Adriana Robayo García,
  • Virgil Carballo Zarate,
  • Martha Patricia Rodríguez Sánchez,
  • Dora P. Bernal,
  • Laura Jaramillo,
  • Richard Baquero Rodríguez,
  • Natalia Mejía Gaviria,
  • Gustavo Aroca

DOI
https://doi.org/10.22265/acnef.6.2.346
Journal volume & issue
Vol. 6, no. 2

Abstract

Read online

El incremento exponencial en la solicitud de pruebas de laboratorio de 25-Hidroxivitamina D o [25(OH)D ha encendido las alarmas y generado un fuerte llamado de atención, dado que puede reflejar falencias en la estandarización de la práctica clínica y en el uso no sistemático de la evidencia científica para la toma de decisiones en la vida real, que permitan analizar las indicaciones de la prueba, su frecuencia, interpretación e incluso para valorar el impacto para los sistemas de salud, especialmente cuando se contrasta con los mínimos o casi nulos efectos de la estrategia de tamizar o suplir indiscriminadamente a la población general, sin considerar una evaluación clínica integral de riesgos y necesidades de las personas. Desde un punto de vista meramente de impacto en salud pública, la consecuencia de solicitudes masivas y no indicadas, están afectando a la mayoría de los sistemas e instituciones de salud a nivel global. Los estudios primarios que determinaban valores de ingesta promedio poblacional, han sido ampliamente utilizados en la formulación de recomendaciones en Guías de Práctica Clínica (GPC), pero lastimosamente interpretados de forma errónea como puntos de corte para diagnosticar enfermedad y permitir la exagerada prescripción de esquemas de suplencia. El coeficiente de variación en los ensayos de rutina para medir niveles sanguíneos de 25(OH)D3 es alto (28%), disminuyendo la precisión global de la prueba y de forma simultánea, incrementando tanto los valores falsamente altos como falsamente bajos. La evidencia científica más reciente, analiza y cuestiona seriamente, la utilidad y el efecto real de la práctica masiva e indiscriminada de prescribir vitamina D sin un análisis exhaustivo de riesgo. La evidencia disponible es insuficiente para recomendar de forma general la suplencia de vitamina D para prevenir fracturas, caídas, cambios en la densidad mineral ósea, incidencia de enfermedades cardiovasculares, enfermedad cerebrovascular, neoplasias y tampoco en modificar la curva de crecimiento de hijos de madres que recibieron vitamina D como suplencia durante la gestación. Las recomendaciones presentadas en el documento se sustentan en el análisis crítico de la evidencia actual y en los principios de buenas prácticas clínicas e invitan a considerar un uso racional de las pruebas de 25(OH)D en el contexto de una práctica clínica centrada en las personas y una evaluación integral de necesidades y riesgos. Los principios de buena práctica sugieren que los clínicos puedan ser capaces de justificar que los resultados de la prueba de 25(OH)D influyen de manera contundente y definida la práctica clínica y modifican los desenlaces que interesan a las personas e impactan en su salud y bienestar. En la actualidad no hay claridad de cómo interpretar los resultados, y la relación entre los síntomas y los niveles de 25(OH)D, la cual, podría no ser consistente con la alta prevalencia de deficiencia de vitamina D reportada. Por tal razón, se sugiere revisar la racionalidad de la solicitud de pruebas para monitoreo sistemático de niveles de 25(OH)D o en todos los casos donde se realiza suplencia. Considerar el uso de las pruebas de 25(OH)D dentro de la evaluación integral de personas con sospecha o confirmación de las siguientes condiciones: raquitismo, osteomalacia, osteoporosis, híper o hipo paratiroidismo, síndromes de mala absorción, sarcopenia, enfermedad ósea metabólica.

Keywords