Proyecciones (Dec 2015)
UNA CONTABILIDAD PARA EL IMPERIO BRITÁNICO: PROLIFERACIÓN DE TRATADOS A COMIENZOS DEL SIGLO XIX
Abstract
Tanto los tratados contables anteriores al siglo XIX como los que aparecieron en sus primeras décadas nos presentan un sistema de partida doble fundamentado en la organización de los registros contables dispuestos en tres libros de cuentas: el Memorial o Borrador, el Diario y el Mayor. La historiografía contable nos indica que esta distribución era, desde el punto de vista pedagógico, eficaz, muy a pesar de que en la práctica la inmensa mayoría de compañías se sirvieran de otras formas de llevar los libros de cuentas que, en mayor o menor grado, se apartaban de la ortodoxia clásica. Esas modificaciones se introdujeron para ahorrar esfuerzos, para facilitar la distribución del trabajo entre los escribanos, para satisfacer las peculiaridades propias de una empresa concreta y hasta para colmar los antojos o costumbres de un determinado contador o mercader. De ahí que no resulte extraño que los autores británicos de finales del siglo XVIII y principios del XIX incorporen a sus tratados ejemplos y prácticas de teneduría de libros frecuentes en los negocios más renombrados del momento. Por otra parte, una novedad que observamos en la inmensa mayoría de tratados contables que se publicaron a lo largo de los primeros años del siglo XIX es que presentan una breve historia de los métodos contables aparecidos anteriormente. Casi sin reparar en el hecho, la historiografía contable iniciaba su andadura, lo que viene a demostrar la inexactitud de quienes la fijan en las décadas de la segunda mitad del siglo XIX. El estudio que se presenta comienza mencionando a Cronhelm, gestor, hombre de confianza y sobre todo contable de una familia de comerciantes de paños de Halifax. Su tratado contable, que bien puede considerarse pionero, establece una estrecha alianza entre partida doble y álgebra. Al menos en parte, su obra es precursora de algunos desarrollos contables que en la actualidad se ponen en práctica. La relación de tratados contables que se desgranan en el trabajo indica que la cualidad mercantil del pueblo británico, la revolución industrial y el Imperio Británico que ya despuntaba, necesitaban para la formación de los hombres de negocios, la creciente práctica comercial y la extensa administración del Imperio, una amplia bibliografía contable. Se requerían respuestas innovadoras para una estructura imperial que poco a poco iba a afectar a toda la sociedad. El embrión de esta proliferación de tratados encuentra su punto de arranque en 1704 con la aparición de la obra de Matthieu de la Porte, La science des négocians et teneurs de livres, que conoció innumerables ediciones. El autor francés tiene a su par en el ámbito británico en el escocés John Mair con su Book-keeping Methodiz’d que llegó a conocer diecisiete ediciones, bien con ese título o con el de Book-keeping Moderniz’d. Luego habrá que concluir que un número tan significativo de ediciones sólo puede atender a una demanda clamorosa de un país en constante crecimiento económico. Docentes y comerciantes se embarcaron en una actividad frenética para abastecer a profesionales y discentes con unas herramientas fieles, fiables y libres de procesos inútiles para llevar las cuentas de los negocios con celeridad y eficacia. El tratado de Cronhelm, aparecido en 1818, habla del Principio del Equilibrio. Toma una base algebraica que años más tarde sublimaría el gran Augustus de Morgan. El método que presentó Cronhelm quizá era demasiado rompedor de la técnica y el arte de la teneduría de libros tradicional que para él no era tal sino una ciencia. La sucesión constante de tratados contables viene a demostrar que de la partida doble dependió el alza del comercio y el poder y la riqueza que de él se derivaron. William Murray dejó escrito en 1862 un bello párrafo sobre la partida doble que nos puede servir de colofón de la revisión de tratados contables que presentamos en esta valoración bibliográfica y que en breve paráfrasis dice: al considerar la ciencia de la partida doble bien de forma abstracta, bien en combinación con la riqueza material, no podemos por menos que admirar la belleza intrínseca de sus principios y construcción. Y cuanto más se estudian sus detalles y su fuerza analítica y sintética, superior belleza encontramos.