Medicina (Dec 1992)

Discurso del Académico Efraím Otero-Ruiz

  • Efraim Otero Ruiz

Journal volume & issue
Vol. 14, no. 4
pp. 1 – 4

Abstract

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<p><strong>Acto de entrega de su mandato presidencial (23 de abril de 1992)</strong></p><p>Señor Director de la Academia Colombiana de la Lengua, señores Académicos, señoras, señores:</p><p>Cumpliendo con la periodicidad del rito, nos congregamos de nuevo en este acogedor hemiciclo de la Academia Colombiana para efectuar la ceremonia de posesión de la nueva Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina. Lo hacemos evocando los manes tutelares de nuestra corporación que hace algo más de un año aquí, en este mismo recinto, nos acompañaron para celebrar el centenario de la Ley que le dio carácter oficial a nuestra Academia; la cual, frente al examen más desprevenido, mostró las realizaciones y los logros que más de un siglo de labores le han otorgado y que reiteramos aquí esta tarde, al traspasar los destinos directivos a otras manos ilustres.</p><p>En esa ocasión nos preguntábamos cuál es y cuál debería ser el papel de las Academias en este ambiente convulsionado que nos ha tocado vivir, en el mundo y en nuestra patria. Analizábamos cómo en muy pocos lustros el médico había visto erosionarse su pedestal científico y académico y hacerse más y más testigo presencial de la ingratitud de aquellos a quienes se había propuesto servir. Y considerábamos como factores desencadenantes, entre otros, la súper especialización con sus efectos disociativos y deshumanizantes, la invasión avasalladora de las nuevas tecnologías con su incidencia en el aumento de los costos de salud, las incidencias de una sociedad de consumo que considera a pacientes y médicos como bienes y servicios, sujetos a las leyes del mercadeo, y como corolario la exposición de unos y otros a sistemas legales que cada vez persiguen más al médico por sus fallas o sus desaciertos.</p><p>Y no repuestos aún de las anteriores crisis, con sus implicaciones profesionales y éticas, se nos vienen encima sistemas como los de la seguridad social universal o la medicina prepagada, para los cuales ni estábamos preparados ni podemos ofrecer la firme unidad y solidaridad como cuerpo médico que estos desafíos y estas imposiciones requieren.</p><p>Por eso decíamos que las Academias de Medicina deberían dejar de ser “ese dulce refugio donde el ingenio reposa” -como las había definido Fontenelle hacía ya más de un siglo-, dejar de preocuparse única y exclusivamente por los trabajos o las ponencias científicas y lanzarse más y más a la palestra de los problemas que afectan cotidianamente la salud de nuestros pueblos y conmueven las bases de nuestro ejercicio profesional. Y eso sólo podría lograrse, repetíamos, con ideas frescas, con una interacción constante, no sólo con los médicos, los especialistas o las sociedades científicas sino con otras profesiones, con otros técnicos, con otros expertos y, fundamentalmente, con aquellos que configuran nuestra dirigencia política.</p><p>Por otra parte, las modernas Academias deben hacer investigación, ya que ésta no sólo produce resultados tangibles sino que permite acercar la experiencia de las generaciones mayores con la audacia y el espíritu inquisitivo de las generaciones jóvenes, produciéndose así un continuo renovar del conocimiento, beneficioso para todos. Hacia esas líneas de acción y hacia recuperar la grandeza de nuestra Academia como asesora en salud del Gobierno nacional lanzamos la mayoría de actividades y orientaciones de nuestra Junta Directiva.</p><p>El informe de labores que presenté el pasado 26 de marzo a la Asamblea de la Academia recoge lo realizado en este bienio. No sólo se avanzó notablemente en muchos de los derroteros propuestos, en lo nacional y en lo internacional, en actividades intra o extra-académicas, sino que se consolidaron las finanzas de nuestra institución y se logró llegar a más de un 75%en las obras de remodelación y adecuación de la nueva sede, que podrá inaugurarse en los próximos meses. No sólo la actividad intra académica fue intensísima, como lo pudo hacer constar el inventario en el análisis de temas como la salud y la nueva Constitución de Colombia o la recuperación nutricional infantil desde el punto de vista de los programas comunitarios, o la educación de los médicos para el siglo XXI. Se creó el día de la Academia y se rindieron homenajes vivos o póstumos a personalidades médicas o no-médicas que en algún momento han representado lo más prístino y generoso de nuestra nacionalidad...</p>

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